A pesar de que su popularidad se ha dado en las últimas 3 décadas, los biocombustibles nos han a acompañado por un largo periodo, incluso se podría decir que su creación es paralela al motor diesel. Sorprendentemente el padre del motor diesel Rudolf Diesel consiguió que su popular motor funcionara con aceite vegetal como combustible; incluso muchos de sus primeros desarrollos funcionaban 100% con biocombustibles.
A principios del siglo pasado, Diesel mostró en una exhibición en la Ciudad Luz que su motor podía funcionar con aceite de cacahuate; similar a ello el visionario Henry Ford consideró una opción viable el uso de etanol (biocombustible derivado del maíz) para mover a sus famosos Modelos T.
A pesar del éxito que los biocombustibles tuvieron, el descubrimiento de nuevos yacimientos de petróleo y el subsecuente abaratamiento de la gasolina provocó que éstos se dejaran en el abandono, décadas más tarde y con la creciente crisis ecológica que experimentamos la atención ha regresado a ellos.
En países desarrollados la incorporación de biocombustibles como el etanol es ya una práctica antigua; por ejemplo en Norteamérica la gasolina está mezclada con etanol (a base de maíz) y Brasil por su parte se ha dedicado a la producción de éste -derivado de la caña de azúcar- incluso existen ya vehículos que circulan exclusivamente con etanol. Europa no se queda atrás pues el biodiesel derivado de aceite de palma está disponible en gran parte del Continente.
Si bien la producción de biocombustibles en el mundo se está expandiendo y su éxito es cada vez mayor; sus detractores afirman que lejos de colaborar en la mejora de las condiciones de vida, está provocando una crisis alimentaria pues su materia prima bien podría ser destinada al consumo humano, así mismo algunos agricultores se ven en la necesidad de destinar sus territorios fértiles al cultivo de palma o maíz para la producción de biocombustibles.
Los que están a favor aducen que las plantas materia prima para los biocombustibles absorben el dióxido de carbono, uno de los gases de efecto invernadero más dañino, liberando a la atmósfera aire limpio, así mismo la producción de éstos es controlable y son 100% renovables, lo que representa una ventaja enorme frente a los combustibles fósiles.
En la actualidad muchas y muy variadas son las investigaciones que se realizan para producir biocombustibles a partir de otros medios y materiales; diversos tipos de aceites: girasol, colza, soja, aceite de palma, aceite de ricino, grasas animales, incluso aceites usados provenientes de la industria alimenticia, otros nuevos proyectos apuntan al papel a las algas y a los residuos agrícolas como materias primas.
De continuar con la tendencia actual, en pocas décadas se podrán producir con bastante eficiencia los biocombustibles necesarios para mover no sólo a los países más desarrollados, sino al planeta entero hecho que se constituiría como un avance enorme en la lucha contra la contaminación medioambiental y el aprovechamiento de nuestros recursos naturales.
El padre del biodiesel
Hacia 1980 el científico brasileño Expedito José de Sá Parente presentó ante el Instituto Nacional de la Propiedad Industrial de Brasil un método para la producción de biodiesel, hecho que le valió el sobrenombre: «padre del biodiesel».
Nació en Fortaleza el octubre de 1940 y falleció en septiembre del 2011. A partir de 1967 fue profesor asistente en la Universidad Federal de Ceará (UFC), en Fortaleza y ascendió a la posición de profesor adjunto en 1975. Fue en la UFC, a finales de la década de 1970, que Parente desarrolló el método de producción de biodiesel y en 1983 le fue concedida la patente PI – 8007957 (Proceso de Producción de Combustibles a partir de Frutos o Semillas Oleaginosas). Esta fue la primera patente del mundo de un proceso de producción a escala industrial de biodiesel.
A finales del siglo pasado fundó la compañía Tecbio que desarrolla biocombustibles para empresas como Boeing y produce más del 70 % del biodiesel de Brasil.