Un estudio realizado por una universidad de Brasil, refleja que más de la mitad de los operadores de camión atendidos luego de un accidente se encuentra bajo el influjo de estupefacientes y anfetaminas. El problema también alcanza a varios países de Latinoamérica.
Una de las principales cuestiones que se suscitan en el transporte del MERCOSUR y también de Latinoamérica, es la falta de control de los operadores detrás del volante. Muchas de estas personas, pasan hasta 14 hs. o incluso más al volante, con el objetivo de percibir más dinero por su trabajo. Esta situación increíblemente es estimulada por muchas empresas que no cumplen con las disposiciones legales de limitar las horas de conducción. Pues pagan a sus conductores con porcentajes de los viajes realizados, por quincena o mensual. Esta situación pone a los operadores y a terceros al borde del peligro. Toda vez que el cansancio o fatiga es uno de lo enemigos de los conductores y el factor principal como desencadenante de siniestros, en las carreteras de Latinoamérica. Ejemplo de lo que estamos hablando queda reflejando en un informe recientemente presentando y que fue levantado por varios medios de Brasil, en donde muestra que en este país se contabilizan no menos de 2 mil operadores de camiones muertos en siniestros en las rutas carioca. Y casi el doble de lesionados de forma graves, que no le permitirán más poder acceder a un camión. Una cifra escalofriante, pero lo es más, si se conoce que por lo menos 50% de los muertos, y de los lesionados graves, habían consumido estupefacientes o anfetaminas. Así lo ha determinado un informe presentado por la Facultad de Medicina de Minas Gerais, donde establece que el 50.9% de los pacientes atendidos, conductores de camión, luego de un siniestro, presentó consumo de estupefacientes y en menor grado alcohol, antes de conducir. Otro estudio revela que el 86.9% de los antendidos, consumió anfetaminas. Todo esto, con el objetivo de no quedarse dormidos mientras manejan. Esto es una verdadera locura y nada nuevo en la región. Se puede advertir, que en Argentina, Chile, Bolivia, Perú, muchos de los conductores de camión coquean, una costumbre histórica. El coqueo, significa mascar hojas de coca, que no es ilegal en esta región, ya que se venden bolsas con hoja de coca, en diversos parajes de estos países. Al mascar la coca ésta elimina sustancias que estimulan al organismo y combate el cansancio, como la cafeína del café. Aquí surge un problema con los reflejos, necesarios, para realizar cualquier maniobra evasiva en la conducción ante un imprevisto. Estos quedan aletargados con consecuencia del cansancio acumulado y estimulan la atención con sustancias prohibidas o al menos no recomendadas, a la hora de conducir. Es decir, los conductores se transforman en autómatas. Algo no sólo peligroso para el conductor del camión sino para los terceros. Dentro de las sustancias encontradas en los análisis de sangre, van desde anfetaminas, cocaína, marihuana y medicamentos para el corazón que aceleran el ritmo cardiaco, con el solo objeto de combatir el sueño. Nuestra pregunta y en pro de la seguridad vial… ¿qué hacen los Estados de la región que no combaten severamente esta cuestión y que sólo se preocupan por el consumo de alcohol, que también es un enemigo pero no el único?
Se deben controlar las horas de conducción al volante y debe ser obligatorio el uso de tacógrafos electrónicos, y sistemas de seguimientos satelitales y en un paso más tecnológico, detectores de sueño en los camiones. Otro de los estudios ha demostrado lo peligro de conducir con sueño y quedó plasmado en un control realizado en el Mato Grosso, zona cerealera de Brasil, donde el 80% de los conductores relevados presentaban síntomas de cansancio por la conducción. Esto es muy problemático y refleja el poco control de los Estados y la poca importancia de muchas empresas por sus operadores y por el patrimonio de ellos mismos, compuesto por el camión y la carga. Estamos entonces en una política de hipocresía integrada por operadores, empresarios y Estado. Es necesario que en forma urgente se tomen medidas de control y exigir de parte de las autoridades el uso obligatorio de tecnologías en los camiones, para controlar las horas detrás del volante y el cansancio de los conductores.